Una tarde soleada en que no se encontraba demasiado bien, Jobs estaba sentado en el jardín trasero de su casa y reflexionó sobre la muerte. Habló acerca de sus experiencias en la India de casi cuatro décadas atrás, su estudio del budismo y sus opiniones sobre la reencarnación y la trascendencia espiritual. "Creo en Dios aproximadamente al cincuenta por ciento -afirmó-. Durante la mayor parte de mi vida he sentido que debía de haber algo más en nuestra existencia de lo que se aprecia a simple vista".
Reconoció que, a medida que se enfrentaba a la muerte, podía estar exagerando aquella posibilidad motivado por un deseo de creer en una vida más allá de esta. "Me gusta pensar que hay algo que sobrevive después de morir -comentó-. Resulta extraño pensar que puedas acumular toda esta experiencia y tal vez algo de sabiduría, y que simplemente desaparezca, así que quiero creer que hay algo que sobrevive, que a lo mejor tu conciencia resiste".
Se quedó callado durante un buen rato. "Pero, por otra parte, a lo mejor es como un botón de encendido y apagado -añadió-. ¡Clic!, y ya no estás".
Entonces hizo de nuevo una pausa y sonrió levemente. "A lo mejor por eso nunca me gustó poner botones de encendido y apagado en los aparatos de Apple".
Steve Jobs, de Walter Isaacson
Hace 3 años
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