Hace 3 años
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15/2/11
Trailers
Hace muchos años tuve el placer de editar en Madrid el trailer de una película bastarda, Yo, yo mismo e Irene, con José Luis Gil, el barbas de "Aquí no hay quien viva". Un crack. Por aquel entonces era conocido por una serie televisiva titulada "Fernández y familia", una locura que sólo duró cuatro meses en parrilla. También ponía voz en espocs y doblaba películas gracias a, según él, la voz que le confería el tabaco. Pues bien, el trailer en cuestión acabó siendo lo que tenía que ser: una pieza coherente con el ritmo, el argumento y la música de la peli. Porque se supone (así nos lo subrayó el jefe) que no podemos engañar a los potenciales consumidores. Meeeeeec. Error. Ahora se puede. Ejemplo reciente: Valor de ley. A priori, peliculón: western de los Cohen, "el nota" como protagonista y, según los trailers, banda sonora de Johnny Cash. Al cine ya. Se estrenaba el pasado viernes y sólo estábamos cuatro y el del tambor. Qué raro. Sí, después de toda la semana con madrugones y tal, el viernes es mal día para ir al cine, ¡pero son los Cohen, Johnny y "el nota", joder! Empieza la peli. Empieza la tensión (con los comebolsas, porque la película iba a su ritmo, pelín lentorro, pelín perezas). Tranquilos -pienso- en cualquier momento suena Cash y lo resuelve todo. Pero nada. Nada de nada. Caímos en la trampa. Lo que suena en el trailer no suena en la peli. Eso no se hace, hermanos.
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